martes, 13 de mayo de 2008

Terrorismo Agropecuario

¿Se acuerda, amigo lector, cuando hace unos años proliferaban los cortes de calles por parte de los piqueteros desocupados? ¿Se acuerda de cuál era el comentario más ecuchado al respecto? ¿Se acuerda? "Oootra vez piquetes", "esto no puede ser", "que alguien haga algo", cuando no "hay que matarlos a todos", "que vayan a laburar", "esto es una vergüenza", "nos tienen a todos como rehenes". Se acuerda ¿no? Bien. ¿Se acuerda cuando hace no tanto tiempo resurgieron los paros de trabajadores pretendiendo mayores salarios? ¿Recuerda cuál fué la voz más extendida entonces? "No hay derecho", "los derechos de unos terminan donde empiezan los derechos de los demás", "que busquen otra manera de reclamar que no perjudique a la gente", cuando no "paro salvaje", o"terroristas", como se denominó a los trabajadores del Hospital Garraham. Bien. ¿Porqué recordamos esto? Por lo siguiente: desde hace más de dos meses la comunidad está siendo agredida por el lookout patronal más salvaje de los últimos tiempos. ¿Usted escuchó a alguien en los medios masivos decir que el mal llamado "paro" era salvaje? ¿Escuchó a alguien, como por ejemplo el típico oyente de radio, llamar a los medios para quejarse por la ilegalidad de la medida? ¿Vió a algún especialista en asuntos legales protestar por la falta de seguridad jurídica? Y el otrora sacrosanto derecho a transitar, ¿apareció por algún lado? De haber habido casos fueron muy pocos, abrumadoramente minoritarios. Así las cosas, la idea parecería ser la siguiente: si usted es desocupado y se le ocurre cortar por unas horas alguna de las tantas calles del centro porteño para reclamar por los derechos constitucionales a trabajar y a la vida digna, merece poco menos que la hoguera; pero si en cambio usted es un próspero empresario agopecuario y considera que sus ganancias no son lo suficientemente altas debido a que el estado a decidido cobrarle impuestos, usted tiene derecho a cortar la ruta que quiera y a desabastecer de alimentos a los centros urbanos, elevando los precios de los bienes más elementales. Además, según el mismo razonamiento, los cortes solo auyentan las inversiones si son llevados a cabo por piqueteros desocupados, mientras que los eventuales perjuicios a la economía nacional que provoquen los piqueteros empresarios son exclusivamente responsabilidad del gobierno por no acceder a sus reclamos. En este sentido resulta muy llamativo ver el descaro con que los agropatoteros Alfredo De Angelli y Eduardo Buzzi remarcan las graves consecuencias que tendría para la economía nacional la prolongación del conflicto que ellos mismos iniciaron. El autor de estas líneas sabe que el título que encabeza la nota es algo exagerado, pero ante tantas bravuconadas y amenazas por parte del "campo", valga un exabrupto para el otro lado, para atenuar el desequilibrio de la balanza.
Desde el punto de vista de las derivaciones políticas es de esperar que el clima derechista vaya disminuyendo y que se vaya confirmando (encuestas mediante) que los cataclismos augurados al gobierno por parte de varios medios (y de varios encuestadores ligados a la oposición) fueron más una expresión de deseos que una tendencia perdurable. Pero de todos modos el daño hecho (al gobierno y a la sociedad) es mucho mayor al imaginable hace apenas tres meses.