lunes, 11 de agosto de 2008

Una Traición Particular

El enfrentamiento del gobierno con la derecha campestre dejó tonelads de tela para cortar, ¿qué duda cabe? Pero su desenlace (voto de Cobos mediante) mirado desde un punto de vista nacional, progresista, resulta particularmente peliagudo de analizar. Pasando en limpio, en el balance general, el voto "no positivo", ¿fue beneficioso o perjudicial? ¿Sumó más de lo que restó o restó más de lo que sumó? Varios comunicadores, algunos incluso con buena intención, se preguntaron si el voto en contra del vicepresidente no terminó siendo, al fin de cuentas, un beneficio para el gobierno. Veamos, a trazo grueso, lo "positivo y lo negativo" que dejó la madrugada del 17 de Julio.





Lo negativo: para empezar a nadie escapa que para el gobierno fué una derrota política de fuste. Un hecho de este tipo (una derrota parlamentaria sobre un tema candente) nunca deja de ser, en mayor o menor medida, un problema para el oficialismo, en cualquier lugar y en cualquier contexto. Pero en una situación mínimamente senzata, el tema nunca llega a mayores: al otro día la vida sigue y no es el fin del mundo. En este caso la derrota se multiplicó por 10 (o por 100) por la enorme cantidad de fichas que el gobierno (inexplicablemente hasta donde llega el saber de este servidor) decidió apostar en el conflicto. Obviamente decimos esto con el resultado puesto, "con el diario del lunes", pero el oficialismo pareció ningunear o minimizar a uno de sus sellos distintivos durante sus primeros años de mandato: su atención obsesiva y permanente del "humor social", de la "temperatura ambiente". Se suele comentar (un poco en broma, un poco en serio) que Kirchner se solía preocupar cuando su imagen positiva en las encuestas bajaba de 76 a 74 por ciento. Esta conducta pareció evaporarse en el conflicto con la derecha agropecuaria.



Paralelamente, supuso un fuerte envión (en principio anímico) para la oposición partidaria y mediática, que como es sabido, no cuestionan al gobierno sus errores sino mas bien por sus aciertos. Habrá que ver hasta qué punto logran avanzar con su agenda de derecha, pero si quien esto escribe tuviera que arriesgar un pronóstico, diría (a contramano de muchos analistas) que no se viene una derechización. Sin embargo está claro que como resultado inmediato el modo de resolución del conflicto deja un pésimo presedente: la moraleja pareciera decir "si usted es rico y quiere que sus impuestos sean menores, agreda al resto de la sociedad que va a ser recompensado; es más, una parte importante de esa misma sociedad lo va a apoyar". Insistimos, pésimo presedente, que termina premiando a un sector que no escatimó violencia ni conductas antinacionales en la búsqueda de sus fines insolidarios.



Pero está claro que nace una estrella. La votación, a pura especulación y ambición individualista del vicepresidente es claramente su boleto de tren al estrellato como figura política de peso. Si inmediatamente después de la votación había alguien tan desprevenido como para creer en "las razones de conciencia" esgrimidas por el Vice, el raid proselitista posterior hacia Mendoza terminó de reconfirmar lo obvio. ¿Hasta donde llegará la nueva figurita de la derecha nativa? Es muy difícil de saberlo hoy, pero está claro que la responsabilidad por haberlo puesto en la fórmula es algo de lo que oficialismo no se puede deslindar. Pero desde luego, como siempre, como en todo la última palabra siempre la tiene la ciudadanía.



Sin embargo hay cosas positivas para destacar. En primer lugar lo obvio: se termina (por fin y por ahora) un conflicto desgastante y agobiante como pocos.





Por otra parte, y sin hacer psicología de café, está claro que el gobierno exibió, de un tiempo a esta parte, un marcado exeso de confinaza. Tras el éxito arrollador de los años de mandato de Néstor Kirchner, el oficialismo pareció descuidarse en algunos temas y subestimar los obstáculos que se le fueron presentando. En esta sentido, no está mal que la gestualidad autoritaria y la postura de "acá mando yo" sean castigadas. El problema, claro, es que esto sucede, insistimos, en una disputa contra un empresariado insolidario y antinacional, que no economizó violecia para defender sus mezquinos intereses.

Pero como siempre, el tiempo dirá si fué más malo que bueno o más bueno que malo.

jueves, 24 de julio de 2008

Se le pide al lector que imagine la siguiente escena: hay un ecuentro entre dos señoras, muy diferentes entre sí. Estas señoras tienen, hasta donde llega el conocimiento del autor de estas líneas, solo dos características en común: ambas son dirigentes políticas; ambas hablan continuamente de religión. Por lo demás, no se parecen en nada. La primera es progresista, identificada claramente con una posición de centroizquierda. Cuando recibe alguna embestida que pretende "correrla por izquierda" responde de inmediato que no piensa "hacerle el juego a la derecha". Es muy crítica con todos los personajes y símbolos de la derecha, desde las empresas privatizadas y los bancos hasta los medios y periodistas que siguen esa línea. Habla de reestatizar a las empresas petroleras, de regulación pública, de intervención del estado en la economía. La segunda es todo lo contrario. Caracteriza a los problemas del país como "preideológicos". Se rodea de algunos personajes muy identificados con la derecha económica y partidaria. Destila odio por los cuatro costados. Compara a Kirchner con Ceaucescu, con Hitler, con Mussolini. Habla de "dejar en paz" (expresión de derecha si las hay) "al campo", de eliminar las retenciones. Y compara a la reestatización del sistema jubilatorio con "el tren a Warsovia", en referencia al holocausto. Claro que en rigor estas dos señoras nunca podrían encontrarse porque son la misma persona: ambas son Elisa Carrió; la primera en sus versiones 2001, 2002 o 2003, y la segunda en su patética versión 2008.

miércoles, 11 de junio de 2008

Vocero y medio

El salvajísmo de las hostilidades perpetradas por las entidades agropecuarias al resto de la comunidad durante los últimos 3 meses ha dejado todo tipo de elementos de análisis. Desde el beneplácito que consitaron esas agresiones en parte de la sociedad, hasta el papel de la oposición "partidaria", pasando por la cobertura de los medios periodísticos y las peculiaridades de los mercados de granos. Cada uno de estos temas (por citar solo algunos entre tantos) merecen su largo capítulo y aún así quedarían muchas cosas afuera. Sin embargo acá y ahora nos ocuparemos solo de los medios de comunicación. El tratamiento dado por el grueso de los medios al conflicto llegó a tener ribetes realmente sorprendentes, por lo menos para el autor de estas líneas. No es que uno esperara un comportamiento "altruista" (como considerar iguales a personas de distinta posición social, distinto color de pelo y de ojos, de distinta ubicación de residencia en el territorio), pero los niveles de dicriminación, cuando no de abierto racísmo, llegaron hasta lugares insospechados. Sin ir más lejos, Sandra Borghi, por citar un caso, movilera del canal de cable Todo Noticias, determinó que "la gente" que fué el famoso 25 de Marzo a Plaza de Mayo para manifestarse a favor "del campo" y en contra del Gobierno, "no era violenta" porque "estaba bien vestida" (sic). Otros cronistas, de tan exultantes en sus loas campestres, no llegan a reparar en que el accionar que están venerando es lisa y llanamente un delito. Julio Basán, también movilero de TN y en los hechos vocero de los empresarios agrarios, llegó a decir que "la gente" apoya a los ruralistas "porque sabe que si al campo le va mal a ellos también les va a ir mal" ¿Alguien se imagina a los mismos periodistas alabando con tanta vehemencia una medida semejante llevada a cabo por desocupados? ¿Qué entidad sobrenatural le otorgó a los empresarios del campo la autoridad de determinar quién pasa y quién no por las rutas del país? O, dicho de otro modo, ¿Quién carajo son estos tipos para disponer del tránsito nacional?
De cualquier manera, lo central no es la mirada mediática sino su acogida social. El autor de estas líneas suele decir que "la televisión no es lo que es por quienes la hacen sino por quienes la ven". La frase está referida a la tele pero es extensiva a los medios en general. Los medios, al igual que el resto de "los poderes", no son más que el reflejo de la sociedad sobre la que actúan: o sintonizan con las posiciones mayoritarias de la sociedad o pierden predicamento en proporción con su falta de sintonía. Lo mismo vale para los gobiernos y para cualquier otro sector o grupo encumbrado. Habrá que ver entonces si esta derechización de los medios es solo una brisa de coyuntura o un ciclón estructural. La sociedad tiene, ahora y siempre, la última palabra.

martes, 13 de mayo de 2008

Terrorismo Agropecuario

¿Se acuerda, amigo lector, cuando hace unos años proliferaban los cortes de calles por parte de los piqueteros desocupados? ¿Se acuerda de cuál era el comentario más ecuchado al respecto? ¿Se acuerda? "Oootra vez piquetes", "esto no puede ser", "que alguien haga algo", cuando no "hay que matarlos a todos", "que vayan a laburar", "esto es una vergüenza", "nos tienen a todos como rehenes". Se acuerda ¿no? Bien. ¿Se acuerda cuando hace no tanto tiempo resurgieron los paros de trabajadores pretendiendo mayores salarios? ¿Recuerda cuál fué la voz más extendida entonces? "No hay derecho", "los derechos de unos terminan donde empiezan los derechos de los demás", "que busquen otra manera de reclamar que no perjudique a la gente", cuando no "paro salvaje", o"terroristas", como se denominó a los trabajadores del Hospital Garraham. Bien. ¿Porqué recordamos esto? Por lo siguiente: desde hace más de dos meses la comunidad está siendo agredida por el lookout patronal más salvaje de los últimos tiempos. ¿Usted escuchó a alguien en los medios masivos decir que el mal llamado "paro" era salvaje? ¿Escuchó a alguien, como por ejemplo el típico oyente de radio, llamar a los medios para quejarse por la ilegalidad de la medida? ¿Vió a algún especialista en asuntos legales protestar por la falta de seguridad jurídica? Y el otrora sacrosanto derecho a transitar, ¿apareció por algún lado? De haber habido casos fueron muy pocos, abrumadoramente minoritarios. Así las cosas, la idea parecería ser la siguiente: si usted es desocupado y se le ocurre cortar por unas horas alguna de las tantas calles del centro porteño para reclamar por los derechos constitucionales a trabajar y a la vida digna, merece poco menos que la hoguera; pero si en cambio usted es un próspero empresario agopecuario y considera que sus ganancias no son lo suficientemente altas debido a que el estado a decidido cobrarle impuestos, usted tiene derecho a cortar la ruta que quiera y a desabastecer de alimentos a los centros urbanos, elevando los precios de los bienes más elementales. Además, según el mismo razonamiento, los cortes solo auyentan las inversiones si son llevados a cabo por piqueteros desocupados, mientras que los eventuales perjuicios a la economía nacional que provoquen los piqueteros empresarios son exclusivamente responsabilidad del gobierno por no acceder a sus reclamos. En este sentido resulta muy llamativo ver el descaro con que los agropatoteros Alfredo De Angelli y Eduardo Buzzi remarcan las graves consecuencias que tendría para la economía nacional la prolongación del conflicto que ellos mismos iniciaron. El autor de estas líneas sabe que el título que encabeza la nota es algo exagerado, pero ante tantas bravuconadas y amenazas por parte del "campo", valga un exabrupto para el otro lado, para atenuar el desequilibrio de la balanza.
Desde el punto de vista de las derivaciones políticas es de esperar que el clima derechista vaya disminuyendo y que se vaya confirmando (encuestas mediante) que los cataclismos augurados al gobierno por parte de varios medios (y de varios encuestadores ligados a la oposición) fueron más una expresión de deseos que una tendencia perdurable. Pero de todos modos el daño hecho (al gobierno y a la sociedad) es mucho mayor al imaginable hace apenas tres meses.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Una Pirueta Singular

Lo menos que se puede decir del acuerdo entre Kirchner y Lavagna sobre la normalización del PJ es que sorprendió. Y si no sorprendió, así debió haber sido: el pase de trapesísta de Lavagna desde el oficialismo a la oposición, y de ahí nuevamente al oficialismo, es una mala noticia, que merma la seriedad del sistema político y da argumentos a las voces interesadas en el descreimiento general (escenario negativo si los hay). Cuanto le costará en imagen al ex ministro es algo que se irá viendo, pero resulta obvio que algo lo afectará, sobre todo de cara a las claeses medias urbanas, su tribuna principal. En su defensa cabe reconocer que su espectro de opciones se había achicado mucho luego de que se quebrara su alianza después de las elecciones, pero esta movida no solo lo deja cerca de la "borocotización", sino que implica un reconocimiento implícito de que su proyecto político fracasó. El haber quedado a la saga de Carrió en las elecciones, y por ende averiado como alternativa opositora, lo dejaba en una encrucijada de difícil resolución, pero da la impreción que su modo de volver a primer plano le va a terminar restando más de lo que le suma.



Del lado del oficialismo la cosa es bien distinta: primeramente logra recapturar para su rebaño a quien hace solo unos meses salió tercero en la elección presidencial, con un caudal de votos (nada desdeñable por cierto) que araño el 17 por ciento. Esto sin dudas afianza su imagen de superioridad aplastante respecto de las otras fuerzas, que en algún momento tendrán que mirarse al espejo. Además podrá darle algún aire de pluralidad y renovación a su reforma del Partido Justicialista, algo que siempre suma algún que otro poroto. Pero de cualquier manera está claro desde hace rato que el kirchnerismo cuenta, si no con la lealtad, si con el acompañamiento de practicamente todo el justicialismo. En ese sentido su intención de reducir a la menor expresión posible al peronismo no kirchnerista, se ve cimentada con esta maniobra, dejando a los Rodriguez Saa cacareando casi en soledad.

En cambio, los que mas perdieron fueron, nuevamente, los perseverantes radicales, al deshacerse la balza de la que a duras penas lograban aferrarse. Aunque "calavera no chilla", ya que fueron ellos los que empezaron a romper el acuerdo con Lavagna, el mismísimo 29 de octubre.



De cualquier manera surge, inevitable, una verdad de perogrullo: este tipo de maniobras no quedan nunca en las páginas importantes de la historia; apenas en el anecdotario. En cambio, la renovación del sistema de partidos, algo de lo que se empieza a hablar cada vez con mayor frecuencia, sí merecerá su capítulo, si logra que las aguas de la escena política nacional se continúen aclarando... y siempre que la lente esté cada vez más enfocada en lo único que realmente importa en esta materia: el desarrollo de Argentina.